06 mayo 2009

Vente a Alemania, Pepe VI

Visita a Dachau, primer campo de concentración y testigo del horror. Pérdida de Piruleta-Whisky. Apuesta postal imposible con Guia-man, gran defensor de las causas perdidas. Vista express a Ulm y noche en Tübingen degustando platos y caldos del lugar.



18/03/2008: München (Alemania) -> Tübingen (Alemania)

Una vez repuestos y bien alimentados partimos hacia el campo de concentración de Dachau, nuestra primera parada en la ruta hacia Tübingen. El campo de Dachau se encuentra en las afueras de Munich y de él aún se conservan unas cuantas estructuras en pie, como la puerta de entrada que con su inscripción “arbeit macht frei” nos encogió el corazón al atravesarla bajo un cielo plomizo.


Destacar que Dachau fue el primer campo de concentración y sirvió como modelo para los que le siguieron, de hecho bajo su control se encontraban 94 subcampos de trabajo. Desde su apertura en 1933 inicialmente como cárcel para prisioneros políticos, más de 200.000 prisioneros de una treintena de países fueron recluidos entre sus muros. Éstos eran usados como mano de obra en los campos de cultivo cercanos o en fábricas de todo Baviera como la BMW. También están presentes los horrores del holocausto con un barracón, el número 15, donde el Doctor Sigmund Rascher, más conocido como Doctor Nazi, y sus camaradas realizaban experimentos desde presión e hipotermia para mejorar la preparación de las pilotos de la Luftwaffe. Bonita forma de llamar a las torturas, sí señor.


El campo contaba con su propia cámara de gas y un crematorio anexo. Los historiadores aún debaten si la cámara de gas operó en algún momento o fue construida con propósitos experimentales. Pero lo que sí es verdad es que en su crematorio fueron incinerados los cadáveres de los prisioneros muertos en el campo.


Dachau tiene un lugar significativo en la memoria pública porque fue el segundo campo en ser liberado por fuerzas occidentales, y fue uno de los primeros lugares exhibidos como prueba de la brutalidad nazi. De hecho todo el campo se ha convertido en un gran memorial que nos recuerda la historia que nunca se debe repetir.


El sol brillaba en el cielo cuando salimos de Dachau dejando atrás su macabra historia y llenándonos el corazón de esperanza, pero el destino nos deparaba una macabra sorpresa. Cando llegamos a Virtus para nuestro asombro y horror allí se encontraba nuestra querida piruleta-whisky fundida por el intenso calor que había pasado toda la mañana. Tras unos momentos de recuerdo y de dolor, le rendimos el mejor homenaje que se le podía dar: la guardamos en nuestros corazones y sobretodo en nuestros estómagos.


Este momento de relax llevó a otra disputa entre dos huesos duros de roer: Txuso y Dani. La discusión rondaba en torno a las posibilidades de llegar a recibir una carta desde Alemania omitiendo cierta información postal. Por supuesto el defensor de este auténtico despropósito no era otro sino Dani, gran defensor de lo imposible. En el bando opuesto rápidamente nos situamos el resto de la expedición intentando hacerle entrar en razón. Por supuesto esta discusión fue elevándose de tono y llevo a la consiguiente apuesta: se realizaría una demostración empírica de nuestras tesis, así pues se enviaría a Dani una postal desde Alemania con todos sus datos postales a excepción de su número de portal y piso. En juego estaba como no podía ser de otra forma la testarudez de dani y su reloj.


Una vez zanjada la polémica, nos dispuestos para partir cuando nuestra querida Violetina se percató de la ausencia de su flamante paraguas comprado en Munich durante el día anterior. Por supuesto como auténticos caballeros nos ofrecimos ruados y prestos a volver al albergue de Munich a por él, es decir, tras mucho suplicárnoslo y darnos la brasa dimos nuestro brazo a torcer y accedimos a su chantaje emocional.


Una vez recuperado el paraguas pusimos rumbo a Tübingen, nuestro destino del día. Tras una breve pausa en una zona de descanso cerca de Ausburg para recuperar fuerzas decidimos entrar en la primera ciudad del estado de Baden-Wutemberg, Ulm, para una visita turística rápida tras dar mucho la brasa Guia-man. La parada en Ulm merece realmente la pena para poder contemplar su majestuosa catedral con la torre de iglesia más alta del mundo. Dicha torre puede ser subida si llegas a una hora prudencial pero no a más de las cinco de la tarde como nosotros. Pero la catedral no es lo único destacable de Ulm, Ulm se encuentra a las orillas del río Danubio y posee un precioso barrio pesquero atravesado por innumerables canales que nacen y mueren en él. Además es la ciudad natal de Einstein (gracias Guioman).


De Ulm partimos al anochecer y llegamos a Tubingen ya de noche cerrada. Tras confirmar nuestra reserva para aquella noche en el albergue, ocupamos nuestras habitaciones. Al no contar con habitaciones mixtas, a los cuatro garrulos nos metieron en una habitación y a Violetina le tocó compartir habitación con desconocidas. De hecho cuando pasamos a buscarla ellas no estaban, pero se habían dejado cierta parte de ropa interior que muy bien describió Dani: “Esta sujetador no lo llena una niña!”.


En Tübingen pudimos degustar los famosos spätzle (una especie de spaghetti alemanes geniales) en un restaurante del centro de la ciudad. Una vez saciado nuestro apetito llegó el momento de degustar los caldos del lugar y no hay sitio mejor que el antiguo molino/cervecería a la orilla del río Neckar, donde hacen su propia cerveza y puedes disfrutar de música en directo.


Una vez en el albergue y ya solos en nuestra habitación de gañanes Txuso tuvo la brillante idea de pasar una nota por debajo de la puerta de la habitación de Violetina y sus compañeras teutonas ofreciéndoles cerveza y chocolate (posiblemente el mejor combo). Por supuesto nadie se puede negar ante tal ofrecimiento, así que nos juntamos con ellas y estuvimos degustando nuestras viandas y charrando hasta bien entrada la madrugada.


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